Evolución
segunda parte
Dificultades
en cuanto a justificación que da la selección natural como forma de
especiación.
La
teoría de Lamarck se empieza a descartar a partir de un experimento
que hizo el biólogo alemán August Weismann con
ratones a los que cortaba la cola. Las siguientes generaciones de
ratones volvían a nacer con cola, llegándose a la conclusión de
que, por mucho que se amputará ese apéndice a tales roedores, esto
no influía, no se reflejaba en sus genes. Hizo lo dicho con 20
generaciones de ratones, entre los cuales los había con la cola
cortada y sin cortar, cruzándose libremente entre ellos.
Por
otra parte, la teoría de Darwin se apoyó con fuerza en aspectos
como la observación de esas mariposas claras que desaparecían en la
medida que los árboles se volvían más oscuros debido a la
contaminación; a partir de lo cual se dedujo que, al ser más
visibles por contraste con la vegetación, eran más fácilmente
depredadas.
Para
que el genoma cambie debido a esta circunstancia, tiene que existir
algún mecanismo; es decir, de alguna manera, los genes de las
mariposas tienen que tener una información sobre eso que está
sucediendo, para que después éstas den lugar a larvas que se
camuflen mejor ante la presencia de los depredadores; o bien que
lleven algo en sus genes para que las futuras mariposas sean más
oscuras.
Supongo
que del mismo modo que los físicos intentan justificar las fuerzas
mediante alguna causa (para que no sean meros fenómenos “mágicos”
a distancia) los biólogos deben hacer algo parecido; aunque sólo
sea por tener la misma consideración ante la comunidad científica.
[Yo
no hago un rankings entre materias más o menos científicas, y mucho
menos soy quién para hacer desprecios, pienso que no depende de la
ciencia que se estudie, sino más del buen criterio de cada
investigador, su buen sentido lógico en la interpretación y su
honradez. Pero es algo que sí hacen algunos según pude observar en
la universidad y en comentarios de la gente; por poner un ejemplo,
cuando Stephen Hawking, en un libro que recoge algunas de sus
conferencias, habla de su juventud, en la que barajaba estudiar
biología o física, su madre le recomendó estudiar la segunda
carrera porque, según ella, era más difícil y daba más prestigio
que la primera. Una idea totalmente equivocada en mi opinión,
reitero].
Cuando
vemos qué criterios se usan para desestimar la idea de Lamark y
apoyar la de Darwin, se observa cierta coincidencia en el argumento
que resulta contradictoria:
Los
ratones o sus genes tienen “conocimiento” de que sus
descendientes nacerán en un medio en el cual perderán su cola por
amputación; proceso desagradable, porque los animales sienten dolor.
Sin embargo, siguen naciendo con cola. O ¿no tienen ese
conocimiento? Se puede decir que no, pero ningún científico
riguroso aceptará la negativa sin pedir explicaciones de por qué se
acepta el caso de las mariposas, en el que éstas sí que tienen
“conocimiento” de que, si sus descendientes nacen de cierto
color, se las comerán con mayor facilidad.
Podría
pasar una cosa y no otra, no estoy negando nada, pero estamos ante lo
que se llama un argumento muy débil; muy débil a la hora de
considerar si algo es demostrable o más o menos probable
El
lector puede buscar en internet recurrencias como “conjetura del
Godbach fuerte”, “conjetura de los primos gemelos”, “hipótesis
Riemann”... o cualquier conjetura matemática no demostrada; y
también puede buscar intentos de demostración, porque aunque no los
entienda o no los entienda completamente, sí que podrá leer las
objeciones de los matemáticos que hacen de árbitros sobre si se
pueden aceptar las demostraciones o no. Así comprobará cuan
difícil es que sea aceptado algo como demostración pese a que haya
argumentos muy fuertes para pensar que ocurre esto o lo otro. También
se podrá observar que cuando los argumentos son muy débiles, en la
mayoría de los casos, los matemáticos ni contestan a las consultas
(y esto de consultar no va dicho sólo para lectores curiosos, sino
que va dicho en especial para profesores, periodistas especializados
en divulgación científica, etc., que son los que transmiten el
conocimiento científico y los que, a la postre, modelan el criterio
lógico de la sociedad en general y de los investigadores; donde son
especialmente importantes los estudiantes, entre los que están los
científicos de mañana; los cuales, por “evolución” tendrán
que saber más cosas y, sobre todo, saber pensar mejor y con más
objetividad que nosotros).
Algo
sí es cierto, el tiempo hace cambiar los cosas de una manera u otra;
por ejemplo, el modelo geocéntrico, en el que se consideraba que el
Sol daba vueltas sobre la Tierra, duró la friolera de 20 siglos; sin
embargo, acabó desechándose cuando la cantidad de problemas que
daba, para explicar el movimiento de los planetas, rebosó el vaso.
Este modelo astronómico tenía tantos inconvenientes y se hacía tan
complicado teóricamente que Alfonso X el sabio llegó a decir “Dios
debería haberme consultado antes de hacer el Universo”. Pero tal
teoría no cayó debido a que alguien observara ni haya observado de
forma directa si la Tierra da vueltas en torno al Sol o no, cayó por
las contradicciones que se acumulaban al intentar explicar la
mecánica del sistema solar así.
Esto
último nos hace ver que no es necesaria la prueba de que algo es
mentira en sentido absoluto para desechar una teoría, basta con una
acumulación creciente de indicios (indicios de que no funciona bien)
a lo largo del tiempo.
¿Qué
teorías científicas de hoy sobrevivirán mañana? Sólo se puede
dar una respuesta acertada: algunas tendrán que ser, pero a ciencia
cierta no sabemos cuáles; esperemos que se sobrevivan, asl que lo
hagan, a tenor de su buena lógica y por de ningún tipo de interés.
La
selección natural como modo de evolución siembra otras dudas.
Imaginemos una especie peluda, bien protegida ante un cambio de clima
que lleve a un tiempo más frío, la cual se alimenta de otra especie
o especies que no sobreviven a ese frío y se extinguen; la especie
que se adapta bien al clima pierde su alimento; el cambio produce un
efecto múltiple; del mismo modo que, podríamos decir, un
medicamento alivia un dolor de cabeza pero produce un dolor de
estómago.
Sé
que es un ejemplo simplificado (perdón por mi tendencia a los
ejemplos ideales que a veces se usan en física) pero sirve como
principio para hacer un desarrollo más profundo a partir de él.
Los
depredadores necesitan otras especies más “débiles” para poder
comer, si éstas se extinguieran, también se extinguirían las
especies “fuertes” por falta de alimento. Y si entre las especies
depredadas, en ese ciclo trófico, hay unas que mutan para ser más
difícilmente devoradas, ¿cuál es el límite? Todas las especies no
pueden evolucionar hasta el punto de defenderse tanto de la
depredación; porque es claro que, entonces, se produce un tremendo
desequilibrio en el ciclo al quedar sin alimento los depredadores.
Del
mismo modo, algo así podríamos decir respecto de la especie humana
en ciertas cosas; somos lo que somos por comparación, para que unos
seamos peores o mejores respecto de cierto criterio, tenemos que
existir ambos, los mejores y lo peores (lo cual será siempre
ciertamente subjetivo). No tendría sentido hablar de la noche, si no
existiera el día.
Y
cuál es la definición de “débil” o “fuerte” que manejamos,
¿manejamos todos la misma? Y así con otras cosas: ¿cuál es la
definición de azar, por ejemplo?
…
Sobre
el azar.
En
el epicentro del debate sobre la evolución se halla algo que
llamamos “azar”; y vuelvo a preguntar ¿cuál es la definición
de azar que tiene cada uno?
El
DRAE, en casi todas sus acepciones, para definir azar, usa ejemplos,
realmente no define, salvo en algunas en las que lo intenta con
palabras sinónimas dando lugar a una circularidad que no lleva a
ningún sitio.
Para
entender lo mejor posible a qué llamamos azar es necesario
(insalvable) recurrir a conceptos matemáticos; de hecho la palabra
azar viene de la palabra “dado” y de su relación con que pueda
salir un número u otro.
Si
el lector intenta hacer memoria, seguro que le es fácil afirmar que
alguna vez le salió un 5 al tirar un dado; y del mismo modo
recordará que le salió, muchas veces, un 1 ó un 2 ó un 3 ó un 4
ó un 6. Esto significa que tirando muchas veces un dado terminan por
salir todos los casos posibles (y varias veces, porque los sucesos
posibles son pocos).
Podemos
interpretar o codificar un texto (un libro) como si fuera un número:
a cada letra le damos el valor de una cifra o una semicadena de
dígitos, hacemos lo mismo con el espacio en blanco, la coma, etc (lo
podemos hacer porque los números naturales no se acaban nunca, no
importa la cantidad de caracteres que tenga el alfabeto que usemos).
Así,
un libro es un número muy largo, pero finito, porque tiene un
capítulo final, la cadena de símbolos será finita.
Si
pusiéramos un ordenador a trabajar con ese alfabeto de manera que
escribiera un texto aleatorio infinitamente, eternamente, tarde o
temprano, intercaladas en esa cadena infinita de símbolos,
aparecerán todas las combinaciones posibles entre las cuales estarán
las novelas finitas que han sido escritas en toda la historia y las
que están por escribir e incluso las que quizá no se escribirán
nunca (al igual que al lector le salió alguna vez un 5 al tirar el
dado; no hay mucha diferencia en la idea pese a la cantidad de
números y su longitud, porque estamos pensando en que no acaba
nunca; es algo imposible llegar al infinito -dejaría de serlo- pero
es un experimento abstracto, mental, que nadie pretende realizar).
Todos los números finitos tienen probabilidad 1 de aparecer, es
decir, aparece seguro con la condición de que el tiempo no se acabe
nunca y de que la cadena de símbolos tampoco; se puede consultar
esto buscando por “lema de Borel-Cantelli”.
Pero
la cantidad de textos sin sentido, sin sentido para nosotros, siempre
será muchísimo mayor: por ejemplo, si queremos analizar en esa
cadena infinita todos los textos que pueden aparecer de 50.000 o
menos palabras, habrá uno que tendrá una letra, todo espacios en
blanco después y al final otra letra... y, en fin, así muchas
combinaciones que no querrán decir nada para nosotros. Sin, embargo,
en la medida que el tiempo sea muy grande, la probabilidad de que
aparezca un texto son sentido aumentará.
Pero
al hablar de textos con sentido, estamos hablando de algo vago, ¿qué
es un texto con sentido, para quién tiene sentido? Cualquier cadena
de símbolos puede tener algún sentido si creamos un alfabeto “ad
hoc”, no es algo objetivo que éste en la naturaleza ajeno a
nuestra interpretación; digamos que no hay distinción material
entre una cadena con sentido o sin sentido, la distinción la hacemos
nostros.
Llegados
aquí, pregunto al lector que qué tiene de especial un cuadrado o
una circunferencia frente a una forma “menos” simétrica. Pues se
me dirá que, eso, la simetría; el cuadrado tiene cuatro segmentos
de igual longitud enfrentados a la misma distancia y eso a los
humanos nos parece “estético”, “armonioso”. Y también se
me dirá que es difícil que la naturaleza forme cuadrados perfectos
por sí sola, pero posible a lo largo del tiempo porque la
probabilidad aumenta. Y ése era, era, el criterio que se tenía
hasta hace poco sobre esta cuestión; pero las ciencias adelantan que
es una barbaridad, que dice la canción.
Hace
menos de 100 años (bastante recientemente) Gastón
Julia y Pierre Fatou empiezan
a formular la teoría de fractales. De la mano de ésta
aparece igualmente la teoría del caos; la cual interpreta o entiende
mal casi todo el mundo salvo los matemáticos y físicos que la han
estudiado y poco más (dicho por ellos mismos, que están hartos de
ver con que ligereza se usa el término “caso” como si fuera
sinónimo de desorden; que lo es en el lenguaje coloquial, pero no en
el de la teoría del caos).
Resulta
que en este mundo todo o casi todo tiene simetría, hasta la
irregularidad de las costas no es tal, el dibujo que tan caprichoso
se nos antoja se repite simétricamente y muchas veces, a escalas más
pequeñas.
A
partir de aquí, el criterio de la simetría ya no sirve para
establecer qué es “estético” u “ordenado y no azaroso”;
todo tiene una simetría; por tanto al cuadrado le puede distinguir
su simplicidad, si se quiere, pero no es una forma más “inteligente”
que otras “más feas”.
Esta
cuestión y otras, bastantes relacionas algunas con la física
cuántica, dan lugar más tarde a lo que se conoce como el
“principio antrópico”; que viene a decir, brevemente, que el
Universo tiene sentido porque lo observamos; o que parece estar hecho
para eso, para que lo observen seres que piensan cosas sobre él.
Todas
estas visiones (de la física y las matemáticas) son bastante
recientes; por ejemplo, sobre la paradoja EPR (que demuestra que no
existe un principio de realidad absoluto) podemos leer este párrafo:
«Hasta
el año 1964, este debate perteneció al dominio de la filosofía
de la ciencia. En ese momento, John Bell propuso una forma
matemática para poder verificar la paradoja EPR. Bell logró deducir
unas desigualdades asumiendo que el proceso de medición en mecánica
cuántica obedece a leyes deterministas, y asumiendo
también localidad, es decir, teniendo en cuenta las críticas
de EPR. Si Einstein tenía razón, las desigualdades de Bell serían
ciertas y la teoría cuántica sería
incompleta. Si la teoría cuántica fuese
completa, estas desigualdades serían
violadas. Desde
1967
en adelante, se han llevado a cabo numerosos experimentos y
absolutamente todos ellos han arrojado como resultado una violación
de las desigualdades de Bell quitando la razón a Einstein. Esto
implica un triunfo para la teoría cuántica, que hasta ahora ha
demostrado un grado altísimo de precisión en la descripción del
mundo subatómico, incluso a pesar de sus consabidas predicciones
reñidas con el sentido común y la experiencia cotidiana»
Dice
“desde
1976”; hace muy poco, relativamente, por lo menos para mí, pues
yo
en ese entonces tenía ya 18 ó 19 años; mis
profesores de Bachillerato no sabían eso porque
no existía aún
y, por tanto, al explicar muchas cosas me daban una visión
anticuada; a mí y a
muchos compañeros del colegio que hoy en día son profesores; y
no sólo sobre esta cuestión, también sobre otras que todavía eran
demasiado punteras
(entre los compañeros
que digo,
pese a esos inventos de los cursillos de
reciclaje del
Ministerio,
alguno no se recicla; porque se les quedó la copla y no hay quien le
cambie el disco).
Lo
que pone de manifiesto este resultado, entre otros aspectos, es que
nuestra interpretación (y lo que esperamos ver antes de verlo)
influye en cierta medida en los resultados; cuando se habla del
principio de incertidumbre de Heisenberg se suele decir: “cuando
estudiamos un fenómeno, lo perturbamos”.
De
qué depende, entonces, que entendamos que algo es simétrico o no
simétrico o azaros o no azaroso; es difícil decirlo en sentido
absoluto, pero parece claro que nuestra mente, y lo que queremos ver
según
lo nuestros deseos o nuestros miedos,
está relacionado.
Podríamos
decir que el número “pi” es algo así como el ADN de la
circunferencia, su carné de identidad matemático; la circunferencia
es una forma que se nos antoja perfecta, todos sus puntos distan lo
mismo de un punto central; sin embargo, ese número que llamamos
“pi”, su ADN, no tiene ninguna simetría ni nadie ve un orden en
él; es irracional, porque ni siquiera se repite periódicamente. La
pregunta es, ¿realmente no tiene sentido o es que nosotros no se lo
encontramos?
Todos
estos resultados y otros más deben
influir en el análisis científico, no sólo de la física, sino de
todo lo que está relacionado con ella; que es prácticamente todo lo
que nos rodea, y
entre ese todo están el resto de los seres vivos incluidos nuestros
congéneres.
Y
no
sólo en cuanto al pensamiento y forma de razonar han ido llegando
cosas nuevas que deben hacernos reconsiderar todas las cuestiones;
también hay descubrimientos de otro tipo, más empíricos, que
siguen apareciendo cada día. Por poner sólo un caso, recientemente
se ha comprado que el pez globo (el fugu japonés)
hace unos círculos perfectos en el fondo del mar; parece ser que es
para que las hembras depositen los huevos.
Estos
círculos eran un misterio hasta hace solamente
unos días, no
años;
hay quien pesaba incluso que eran de origen extraterrestre por la
perfección y simetría del dibujo; y, sin
embargo,
ese dibujo lo hace un
pequeño
pez; un
ejemplo
más, y reciente, de cómo
la
magia de la
naturaleza se ríe de nuestras hipótesis y hace que se tambaleen
nuestras “seguras” teorías
a
la vez que nos recomienda más cautela y humildad.
Pensar
que este mismo texto es un número que, como algo teórico, abstracto
y sin significado,
de
alguna forma
ha existido desde
siempre y ha estado ahí esperando a que alguien, al escribirlo o al
leerlo, le dé sentido,
debería hacernos
pensar sobre
el “principio” de las cosas; ¿qué es el tiempo?, ¿qué es que
una caso aparezca por primera vez?
Ha
pasado más de un siglo desde los comienzos de la física conocida
como “no clásica”, pero sus resultados parecen ajenos a muchas
otras ciencias que no consideran ningún replanteamiento frente a la
exigencia; cada uno mete la cabeza en su agujero como si las parcelas
del saber estuvieran desconectadas. Más o menos ha pasado el mismo
tiempo desde que se empiezan a axiomatizar las matemáticas de forma
organizada; aparte de los matemáticos especialistas, sólo se
interesan por ellas algunos filósofos de la ciencia.
http://sobreevolucionyciencia.blogspot.com.es/2016/01/sobre-ciencia-y-evolucion-tercera-parte.html
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